¿Te suenan estas frases? Son uno de los tipos de patrones oscuros de Internet: estrategias basadas en la experiencia del consumidor cuyo objetivo es engañar a los usuarios para que hagan algo que en realidad no quieren hacer. El concepto es anterior a su uso en Internet, pero en el ámbito digital es donde se han explotado todas sus capacidades y sus variantes. A día de hoy es muy complicado navegar sin encontrarnos constantemente con ventanitas emergentes (pop-ups) y banners de publicidad que nos incitan a hacer click.
Pese a que cuando nos encontramos estas frases pensamos que pueden ser reales (hay mucha gente conectada a la vez en Internet), en muchas ocasiones simplemente se trata de estrategias de presión que usan las compañías para jugar con nuestros tiempos de decisión. Si creo que me pueden quitar la oferta o que un producto se va a agotar, hay más posibilidades de que caiga y compre o haga algo en el momento en vez de esperar.
“Cuando haces uso de la red, no lees cada palabra de cada página, sino que lees por encima y hace asunciones. Si una compañía quiere engañarte para que hagas algo, pueden aprovecharse de ello haciendo que una página diga aparentemente una cosa cuando en realidad está diciendo otra distinta”, explica en su web Harry Brignull, investigador que acuñó el término y creador de DarkPatterns.org (patrones oscuros en inglés).
Hay muchos tipos de patrones oscuros, ya que no se basan solo en conseguir que compres cosas. El objetivo es que hagas algo que necesita la compañía que los coloca. Un ejemplo que se menciona en algunos análisis sobre este tema es un patrón oscuro que utilizó Microsoft durante un tiempo cuando anunciaba la actualización de sus sistema operativo a Windows 10. Como no conseguía que la gente lo instalase, optó por crear una cajita emergente que tiendes a cerrar. Ese cierre, sin embargo, implicaba que el usuario estaba aceptando la nueva instalación.
Hay patrones oscuros de disuasión, de obstrucción, de interferencia, de sobreexposición de información… Cuando te peleas por cerrar un anuncio o un banner con esa ‘x’ diminuta e imperceptible que, si no calculas milimétricamente, hará que pinches en él. También hay patrones oscuros que intentan que hagas algo al no darte ninguna opción para negarte, como pasa con algunas encuestas de contenido, por ejemplo (las opciones son solo “Aceptar” o “Recordar más tarde”). ¿Y qué decís de los interminables textos para aceptar las Condiciones de Uso de un espacio concreto? El exceso de información o su redacción de una forma muy técnica también son patrones oscuros para liarnos.
Se han realizado varios estudios desde 2010, cuando Brignull empezó a hablar de este concepto concreto para hablar de estos trucos, que analizan distintos ejemplos de patrones oscuros y sus efectos en los consumidores. Las conclusiones a las que llegan es que los patrones oscuros juegan con las “limitaciones cognitivas” de la gente para obtener beneficios y constituyen una práctica falta de moral que podría llegar a ser ilegal.
En Europa, por ejemplo, necesitas el consentimiento explícito de los usuarios para recopilar ciertos datos personales sobre ellos, y algunos patrones oscuros pueden conseguir que aceptemos algo que en realidad no queríamos aceptar, bien porque no nos hemos dado cuenta o porque no entendemos del todo lo que se nos presenta.
De modo que atentos a cuando naveguéis por Internet y hagáis uso de ciertos servicios, hay muchas triquiñuelas diseñadas para confundirnos cuando lo hacemos y al final la solución más eficiente contra ellas es que tengamos los ojos bien abiertos y tratemos de leer bien lo que nos están ofreciendo y lo que estamos aceptando. Depende del comportamiento individual hacer frente a estas estrategias corporativas, dudosas e inmorales.
Fuentes: maldita