La garantía habitual para un disco duro es de 5 años; ese número supone un uso regular del dispositivo, y si lo utilizas solo esporádicamente, lejos de interferencias electromagnéticas y a una temperatura ambiente y condiciones de humedad ideales probablemente te pueda durar muchos más años. Pero, ¿y si no conectas nunca el disco duro a la corriente eléctrica? ¿Los datos seguirán ahí si conectas un disco duro dentro de, digamos, 20 años?
La capacidad de los dispositivos de almacenamiento de retener intactos los datos que contienen se conoce como tasa de retención de datos. La tasa real para los dispositivos que no tienen alimentación y no experimentan actualizaciones de sus datos (al no tener alimentación, valga la redundancia) depende en gran medida de las condiciones ambientales en las que se almacenan, siendo las condiciones ideales un ambiente fresco y seco y en el que la temperatura se mantiene constante en 25ºC.
En estas condiciones ideales, se prevé que un disco duro puede conservar sus datos durante un periodo de entre 10 y 20 años. Esto es así por diferentes condiciones:
Definitivamente sí, y es lo que en la industria se conoce como «ejercitar el disco». Es recomendable conectar el disco duro de vez en cuando (ya sea un disco interno o USB), digamos una vez cada dos años como mínimo, ya que esto reducirá el deterioro de los datos almacenados. De hecho, es recomendable hacerle un «refresco» a todo el disco duro; esto es crear una imagen del disco, formatearlo y volver a cargar la imagen en su interior, lo cual servirá para reescribir todos los datos y sus índices con el objetivo de asegurarnos de que siguen estando bien.
En todo caso, aunque no hagas un refresco completo del disco duro siempre es recomendable conectarlo y dejarlo encendido durante unas horas cada cierto tiempo, porque como mínimo cuando lo conectes se leerá el índice. También puedes hacerle un CHKDSK a la unidad para cerciorarte de que todos los datos están correctos.
Fuentes: hardzone